Páginas

jueves, 16 de abril de 2009

Episcolario: Maquinaciones comunicacionales










Pensaba responder tu última misiva, pero me distraje con los comentarios que generó (tres, exactamente un 300% más que nuestro intercambio promedio).


Efectivamente, no es la primera vez que manipulas a los medios. Tu “atropello” fue otro gran montaje y tengo grandes historias que podríamos agregar como apéndices cuando escribas el libro. Por ejemplo, me acuerdo que, al igual que el resto de los ociosos que te conoce, me enteré de tu “accidente” por el diario. Inmediatamente te llamé y me aclaraste que no había pasado nada. Lo cómico ocurrió más tarde, cuando un conocido que en ese entonces vivía en Barcelona vio la noticia en Internet. El tipo me llamó y sostuvimos el siguiente diálogo:


“¿Viste el diario? ¿Viste lo que le pasó a Andrés? ¿Está bien?”

“Sí, ya hablé con él y por suerte la micro sólo lo pasó a llevar”

“¿Y estaba sobrio?”

“Ahuevonado, todo ésto pasó un sábado en la mañana”

“Vuelvo a preguntar, ¿estaba sobrio?”


Pese a que después de pensarlo reconozco que la pregunta tenía méritos, opté por hacerme el indignado y defender tu buen nombre. Las llamadas de otra gente se sucedieron. Todos querían saber si de ahora en adelante te alimentarías con suero y no sentirías nada cuando te hicieran cosquillas en los pies. Casi me aprendí de memoria la respuesta y hasta pensé en redactar un comunicado de prensa para que me dejaran tranquilo y cobrarte por tenerme a cargo de tus relaciones públicas.


El problema se agravó cuando al día siguiente volviste a aparecer en el diario y luego creo que salieron uno o dos artículos más sobre el mismo hecho, como para recordarle a la gente si no lo había leído la primera vez. Me acuerdo también que identificaste el número de patente de la micro, pero cuando lo verificaron se determinó que correspondía a un vehículo del transporte público de Punta Arenas y que, a menos que el chofer hubiese viajado a Santiago doce horas sin dormir con el expreso fin de atropellarte y luego volver a su casa justo a tiempo para ver el noticiario de la medianoche, era imposible que se tratara de la misma persona. Fue ahí cuando quedó al descubierto tu afán de figurar y seguramente el fiasco de la micro te obligó a hacer una llamada desesperada para cancelar la orden de poleras y chapitas que tenías pensado lanzar al mercado. Por un tiempo temí que te convertirías en uno de esos personajes estables de LUN como “la abuela de Tunick”, “la diosa del Metro”, “el rey de los pokemones” y todas esas fuentes recurrentes con que inflan y estiran una noticia hasta que se desintegra junto con la paciencia de sus lectores (espero, por cierto, que el “Huracán Lily” no sea una de esas).


De todas formas, esa experiencia te sirvió para maquinar verdaderos aciertos comunicacionales como el de usar a un gringo de pantalla para cambiarle el nombre a la avenida 11 de septiembre, que recuerdo no sólo generó cartas de indignación sino artículos de prensa. Tanto aquel como el caso de la micro debieran ser estudiados en todas las escuelas de periodismo.

No me cabe duda que el Citizen es una excelente manera de encausar esas energías genialmente destructivas.


Un abrazo,

GB.

jueves, 9 de abril de 2009

Episcolario: en las vísperas de LUN






Don:


Retomo el viejo y querido japines y nuestro temporalmente trunco episcolario, ahora, en la víspera del resultado de inesperadas circunstancias. Resulta que me llamaron de
LUN para entrevistarme a raíz de mi intensa actividad en el blog alternativo que fundé harán unas dos o tres semanas: el citizen almeida. Todo por el entuerto de las fondos para la cultura, del que ciertamente te has enterado. No sé bien qué dije, pero de que hablé hablé, mal que mal es la primera vez que me toca estar del otro lado de la grabadora y había que aprovechar (hasta el momento nunca imaginé la presión que sienten "las fuentes" por decir algo inteligente, o al menos cuerdo). De hecho, ya estoy preparando la batería de descargos por las tergiversaciones que aparecen como probables en mi mente, llegando incluso a pensar la posiblidad de autoentrevistarme en mi blog, si no me satisface lo que publique tan noble diario.

Ahora, es probable que no salga nada de nada, porque darle publicidad al citizen –que tiene propiedades kamikaze– es una manera de difundir todos los pericos que le he lanzado a El Mercurio, y –pienso– un editor atento puede que haya notado el punto. Veremos.


De todas maneras, el episodio me recuerda la otra vez que logré figuración en la prensa nacional, justamente a través de LUN, no sé si te acordarás. Fue en las postrimerías del 11-S, cuando con Feña Bendeck y Edward Blumenthal –un estudiante gringo de intercambio en Historia– se nos ocurrió que el gringo mandara cartas a los diarios solicitando el cambio de nombre de la avenida 11 de septiembre, en Providencia, por respeto a las víctimas de ambos 11-S (1973 y 2001). Para nuestra sorpresa, El Mercurio la publicó y LUN la hizo noticia con un titular algo así como "Gringo pide cambiar nombre de avenida 11 de septiembre". En la ocasión estaba en las sombras y me tocó, junto a Feña, hacer una capacitación a Edward para entrentar las entrevistas. Lo hizo bien, pero como era de esperarse apareció una xenofobia derechista del mismo tinte de las viejas culiás revivieron la Pérfida Albión cantando "ingleses, piratas, devuélvanos al Tata", cuando Pinochet estuvo preso en London. De todas formas, nos reímos mucho y nos sentimos tal cual un volantín encumbrado (ligeros, baratos, pero en el aire).

Respecto a la moratoria de recuerdos de nuestra gloriosa campaña por la presidencia del centro de alumnos de Periodismo de la UC, estoy de acuerdo, vale olvidar, a ver si nos vuelve a parecer chistoso más adelante, pero no puedo sino destacar que nuestra lógica y estética fue imitada sin la más mínima vergüenza por la lista de izquierda que ese año ganó la FEUC (de izquierda habrá sido, pero el presidente era estudiante de teología) y el papel de Memo al año siguiente, quien fuera el candidato a PRESIDENTE de la lista que pretendió heredar el carisma de nuestra gran obra; la lista No sabe/No responde. En el debate, Memo estuvo en un sitial de venerable maestro, pero no profirió palabra. Todavía lo esperamos hoy.

En cuanto a tus observaciones acerca de la dureza que tengo para conmigo mismo, nada. Sí, me preocupa el curso de mi vida laboral, pero no el mentado éxito, otro de nuestros leimotivs (menos ahora, que entre sueños pienso que tal vez voy a ser llamado a ser parte de una empresa que me permita lograr la fórmula alquímica mediante la que consigues que te paguen por hacer exactamente lo que te place, todo gracias al citizen).

Supongo y espero que en el futuro habrán suficientes novedades como para que comiencen a alimentar nuestro episcolario, mira que cuando la gente se ponde hablar machaconamente del pasado, o se es historiador de profesión o se está en los descuentos de algo, y en ambos casos el resultado es el mismo; la progresión acelarada de una neurosis.


Lo último, me parecen interesantes –perdona que lo diga yo– las hidalgas corresponsalías que ha logrado el citizen, ¡larga vida a GB y AA!


Salú