Páginas

domingo, 14 de marzo de 2010

Japines a un año de su relativo abandono

Ando en búsqueda de palabras en voz baja, para encontrar esos murmullos que iban tan hacia lugares tan menos públicos. Últimamente la voz dirigida hacia la plaza, me carraspea, me confiere una altura y una visibilidad que me pasma. Me arrastra la plaza hacia la creencia de que ahí está lo cierto, lo correcto, y de a poco siento que todo cobra tintes sacerdotales. Voces de corrección y crítica. Sentencias. Ritos con instrucciones claras y preestablecidas.

Sin dudas dimos con una necesidad. Propia y de otros. Una colectividad que de pronto ha crecido, esperando los guadañazos certeros que pocos dan, y que –sin falsa modestia– creo que damos mejor. Y ahí estoy yo, semi seudónimo, semi yo mismo, responsable de expectativas crecientes. Y sin tener tanto qué decir. Sin siquiera tener un instante de temor a la página en blanco, porque se ha abierto una verborrea maravillosa, de muchos que han querido hablar en el tono que he propuesto, yo mismo. Así y todo a veces cansa. Cansa, aunque vea hacia atrás, y todo pareciese una gran crónica escrita colectivamente para dar cuenta de nuestro tiempo, que creo que es lo que más valoro. Escrita bajo el diápason que surgió de mi fuerza y visión, pero tan de todos.

Y así el espacio de diálogo en que me encuentro, éste ejercicio mismo, ha ido cediendo frente a este especie de éxito, que buscaba tanto como desconocía. Y veo este pobre y llano jardín que una vez fue Japines, tan descuidado. Casi ajeno, si lo comparo con la potencia de su hijo. Cercenado de una intimidad, que se me figura ridícula, si lo comparo con la potencia de su hijo. Y sin embargo me es tan más propio, comparado con su hijo.

Pudor me da al escribir estas palabras, como si creyera que de pronto todos los desconocidos que he convocado, llegarán a ellas a descubrir que tras las sentencias, la crítica, lo sardónico y todo lo que es El Citizen, hay muchos más dudas y parajes incompletos, búsquedas sin brújula. Una especie de desnudez, que sin embargo quiero exponer para volver a perseguir esos otros objetivos, que nunca fueron concebidos en esa categoría tan grave. Un propósito tan simple como dar con la voz propia, incluir la fragilidad y olvidar las metas.

Güelcom tu Japines