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sábado, 2 de mayo de 2009

Episcolario: todo sobre ese día







Don:

la memoria tiene la facultad de ser selectiva, pero la omisión de tan conotado evento del atropello se debe a que en dicha ocasión no hubo manipulación de las comunicaciones por mi parte, sino por el inefable matutino LUN.

Para despejar todas las dudas del caso, creo que es mejor un relato sincrónico de los sucesos:


Sábado
(no sé el mes ni el año)

11:30
Por un milagro de esos que pasan de tanto en tanto, me desperté sin caña y antes de la tarde, por lo que decidí ir a practicar el milenario arte del kung fu en la Academia de los hermanos Toutin, el cual sigo practicando sin lograr superar el cinturon verde, precisamente por las mismas razones por las que fue raro ese sábado.

11:35 Iba montado en mi bicicleta, raudo por avenida Irarrázabal de oriente a poniente, por el bandejón central, y a la altura de Ángel Cruchaga, una micro que iba detrás de otra la adelantó en un movimiento rápido e imprevisto. El costado de dicho vehículo –a la altura de la cabina del chofer– me empujó el brazo derecho lo que me provocó la reacción de inclinarme con todo mi cuerpo sobre la carrocería de la micro, dándome unos 3 ó 4 sucesivos empellones con mi hombro. La micro terminó de sobrepasarme y caí a suelo como saco de papas, sobre la calle, y un auto frenó justo antes, a poco más de un metro. Me paré, me ví unos cuantos rasmillones y pelones, y la bicicleta inutilizable. Me fui a la vereda, y caché que la micro estaba detenida unos 100 metros más adelante. Tomé nota mental de la patente y me fui de vuelta a casa, a pata.

11:45
Llegué a casa, dejé la bicicleta y partí a la Comisaría de Los Guindos a estampar la denuncia.

13:00 Almorzando con mi familia conté del evento, ante lo cual Alejandro se indignó y me dijo que lo mencionaría en Tolerancia Cero. En ese entonces eran las vísperas del paro de microbuseros, Marinakis y secuaces, así que accedí si ayudaba a crear un clima en contra de esos mafiosos. Era el Gobierno de Lagos y nada hacía pensar que el Transantiago iba a ser lo que resultó.


Domingo


22:00 Se inició Tolerancia Cero, y en el "minuto feliz" Alejandro contó lo que sucedió, más o menos cómo sucedió, criticando en general las falencias del sistema de transportes: trabajo extenuente, carreras irresponsables, atropellos, etc.

23:15
Me llamó mi amigo el Negro Morales, periodista de LUN, cuya principal característica es poseer una carcajada atronadora, quien me suplicó que dijera algo, cualquier cosa por el caso del atropello. Le dije que lo iba a pensar, porque típico que lo ponían en titular (era domingo y no había pasado nada interesente). Me dijo que no podía asegurarme que no fuera en titular (eufemismo para confesar que iba a ser titular), y que la nota iba igual, con o sin mi. Para tener algo de control de daños, le conté al infeliz todo lo que pasó.


Lunes

10:00
Comenzó la seguidilla de llamadas para preguntar en qué hospital estaba. Extrañado, fui al kiosko de la esquina y vi el titular de LUN, que era algo así como un grito de venganza de Alejandro con el rostro descompuesto. La nota interior contaba lo que pasó, pero el titular era de terror. Ahí también, como tú, me inventé una especie de cuña a la que ponía play a cada lamada por teléfono para explicar qué sucedió y por qué los diarios hacían eso.


Miércoles


15:00
Después de persistentes llamadas por parte del Negro Morales, al fin accedí a que me tomaran una foto para seguir con la "noticia", asegurándome que era para darle a los microbuseros. A esa altura las autoridades de transportes y carabineros buscaban frenéticamente la micro con la patente que yo había registrado, pero resultaba que correspondía a una dada de baja en Temuco. Las alternativas eran o que yo me había equivocado, o que la micro de Temuco operaba tránsfuga en Santiago. Como estaba sobrio, me inclino por la segunda alternativa, porque además la máquina en cuestión era bien cacharrienta.

17:00 Me llamaron del Matinal del 13, porque querían entrevistarme por el asunto. Según la periodista, estaban haciendo una nota con los Furiosos Ciclistas, quienes planeaban hacer una cicletada de protesta. Me bajó la vanidad y accedí.

19:30 A la salida de Kung Fu, arte marcial al que atribuí que la micro no me pasara por arriba ni me arrojara a la pista contraria de Irarrázabal, me esperaba un fotógrafo, quien me retrató. Al otro día el mono fue en llamada de portada.


Jueves


07:00
Tras levantarme muuuuuy temprano, fui al lugar de los hechos, desde donde se despachó la nota. Luego de explicar con pelos y señales cómo fue el accidente, me pasaron a Iván Valenzuela que me preguntó algunas cosas que no recuerdo, pero como que iban con pillería y al Subsecretario de Transportes, a quien se le ocurrió decir que para estos casos había una línea 800. Ahí me piqué y le dije al Subse que ese teléfono pasaba ocupado, lo que era cierto porque cada vez que tenía un problema con las micros trataba de llamar y nunca pasaba nada.

13:00 Nuevo efluvio de llamadas para felicitarme por la entrevista. Pensé que ahí comenzaba mi carrera televisiva, pero como a las 23:00 de ese día, el caso comenzó a ingresar al olvido.

...

En fin, espero no tener que volver a dar explicaciones por este caso, y retomar nuestro habitual episcolario, el que se ha visto perjudicado –dicho sea de paso– por la bullente actividad de El Citizen, produciéndose seguramente un hurto de temas que ha mermado este intercambio.

Tal vez sea el momento de que ingrese –de una vez por todas– Memo a darle oxígeno a esta conversación y así evitamos que caiga en desuso. O la otra alternativa es que comentemos la trastienda de El Citizen y los pasos necesarios que hay que dar para consolidarlo, que ha sido de lo poco nuevo que tenemos por hablar, a menos que quieras contar otras cosas relevantes de tu vida personal, que no viene al caso mencionar públicamente sin tu aquiescencia.

Salú

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