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miércoles, 24 de diciembre de 2008
missdirection
malsano
un saber
sinsabor
punto, coma
¿lees?
términos oblicuos
tobogán de mierda
al pan pan
al vino vino
y las putas claves
en putas lenguas muertas
pan vino vino pan
eucaristía de mierda
lenguas de lobos
adoloridos y fieros
fiereza amaestrada
en un llano
a punta de galletas
comistrajo de viernes
a com pa sa do
a com pa ña do
re ga do
co mo to do a que llo
que no re sis te ana li sis
ni test a ci do
s o p o r (tar)
y se me van cerrando los párpados
la película era mala
la entrada no era barata
y no supe el final
domingo, 14 de diciembre de 2008
Espiscolario (chilistaní)
Estimado Andrés,
Regreso desde mi exilio de cuatro semanas en Orlando, Florida, donde lo más cercano a Mickey Mouse que vi fueron los ratones del hotel en que me hospedé. Como sabrás, mi sindicato apoyó al candidato presidencial ganador y como buen peón fui reclutado para actividades de campaña. Lo bueno es que todo terminó y perdieron los malos. Lo malo es que en total este año me pasé 16 semanas viajando por Estados Unidos y el balance de las largas horas, poco sueño y la dieta de pizza fría y cerveza caliente ha sido devastador para mi estado físico. Mentalmente, tampoco me quedan reservas para trabajar en nada productivo en lo que queda del año así que he decidido profundizar en mi manejo de Google de aquí a diciembre. Para entonces, ya voy a haber cumplido con mi meta de visitar todas las páginas de Internet del universo. Ya voy en la letra "c".
En mi oficina me tocó trabajar con gente de diversa procedencia: gringos, puertorriqueños, colombianos, cubanos y el infaltable chilistaní, confirmando mi sospecha que en el universo operan fuerzas siniestras que conspiran en contra de la gente buena como yo. Corroborando todo pronóstico y años de observar al chilistaní en su hábitat, el tipo probó ser un barsa. Odiado por todo el mundo – al punto que se le despidió de la campaña dos semanas antes de las elecciones – el tipo era farsante, flojo, gritón y malas pulgas. Con esa desinhibición propia de la gente tonta, creía que cada una de sus opiniones era el equivalente de un aforismo de Nietzsche y que, naturalmente, debía compartirla en voz alta. Ojo que no estoy hablando de alguien que simplemente pensaba huevadas, sino de esa gente que llegó a su peak en cuarto básico y tras el esfuerzo mental de aprenderse las cuatro operaciones y el abecedario, cree que no es necesario seguir prestándole atención al mundo.
Cada vez que surgía una discusión sobre cómo proceder en la campaña, el tipo hacía callar a todo el mundo y se despachaba una joyita del tipo: "Hay que darle tiempo al tiempo", "los políticos son todos ladrones" o "hay que echarle p'adelante no más" y luego se sentaba en la satisfacción íntima que sus palabras habían saldado el debate cual Juan Pablo II repartiendo islas entre Argentina y Chilistán. Por si fuera poco, el tipo era el clásico idiota que cree que porque compartimos pasaporte o por un accidente cósmico venimos del mismo país tenemos que necesariamente ser amigos y hacer frente común ante cualquier problema. Todavía no puedo entender cómo es que llegó a trabajar con nosotros. El tipo no era ni exiliado ni uno de esos neo-chilistaníes de familia cuica que se va a estudiar al extranjero con una beca trucha (la plata de su papá) y después de seis meses llega diciendo que tiene un máster en "hacer documentales", "fotografía artística" o medicina natural. Este cretino llevaba décadas viviendo en Estados Unidos, aseguraba estar forrado en plata (pero no te invitaba ni una cerveza light) y sin embargo su inglés era el de un estudiante de primer año del Instituto John Kennedy.
En fin, leí en tu última señal de vida que te habías cambiado de pega. ¿Qué estás haciendo ahora? Cuéntame y estamos hablando.
jueves, 11 de diciembre de 2008
trilogía de una tarde de calor
que alguien me explique
la existencia lógica de este sonido sordo
que vibra ininteligible entre mis costillas.
esta estridencia vacía y huera
esta pesadumbre de mala siesta
esta mordedura insecta y nocturna
la palabra yerma lanzada
a borbotones o escupitajos
como secreción purulenta
este desierto sin nostalgia
este escondrijo de nada
este llanto sin lágrimas
que alguien me explique
esta tarde de calor
con el televisor de fondo
esta rabia muda
esta caída libre
este estrépito
final
de mi cabeza
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mansedumbre
sentado en una piedra, en un paraje seco, en una bifurcación de caminos un viejo acabado inventa aforismos.
afanoso, el viejo escupe las reglas que dicta su sabiduría.
lo sabe, pero lo niega, toda ésta se reduce a tres puntos en el paréntesis entre nacer y morir.
no lo acepta, aleteando contra el olvido, restañando placeres y glorias pasadas, como si se estuviera haciendo una gran paja.
temeroso, garrapatea palabras, que no van más allá de un blabla a veces doctoral, a veces emotivo, a veces severo, a veces comprensivo, e incluso a veces propio, que indefectiblemente se va borrando de un papel cada vez más roñoso.
el polvo del camino lo convierte en pieza arqueológica menor, y su atrás se comienza a contar en milenios. Es como un trilobite fósil que dará cuenta –a quien lo encuentre– de un pasado cretásico, jurásico o del muy atrás que corresponda, que al caso de este viejo en particular corresponde al siglo XX de la era cristiana, o Iº o IIº de la postcristiana.
el sol se pone, el paisaje desaparece, el viejo se marcha, regresando, siempre regresando.
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servidumbre
siempre con códigos de un siglo atrás, no había caso, avanzaba circunbirúmbicamente, hasta diría barrocamente, en el eje del bien y el mal y a través de todos los rococós de pliegues que hay entre un punto y otro, los que al final se encuentran tan cercanos, como en un arabesco.
vibraba, es cierto, pero no encendía. explicaba, es cierto, pero no convencía
con las anteojeras puestas no veía hacia el lado, sino adelante, siempre adelante, sin saber que el ojete del poto del caballo apuntaba a la verbigracia. ésta, cruel madama, inhallable en cierto sentido, disfrutaba de los palos de ciego, queriendo ver un niño y su piñata, donde sólo había dolor y desesperación.
exhausto, mandó a la porra toda su empresa y se puso a componer versos lacívos y protervos, latinajos en deshuso, pero propios para sublimar acciones masturbatorias impropias. entre las imágenes compuestas, beldades actuadamente virginales levantaban sus colas ofreciendo labios jóvenes velados a penas por ropajes de seda clásicos, en parajes agrestes con columpios enjaezados con flores. sufiente para eyacular, pero en lo absoluto memorable, su obra fue apartada como se hace con el objeto de un desliz. hay pornografía dura más artística que este bodrio, se dijo.
inclemente consigo mismo, gritó y gritó, acrecentando el absurdo, como para rellenar lo que restaba de aquellas horas libres en que iba a ser él mismo.