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martes, 4 de diciembre de 2007

El silencio


A veces cuando se calla, se dice mucho. A veces, es simple cansancio. De últimas, todo ha transcurrido como los días de calor en una ciudad pequeña, para alguien que –además– ha vivido muchos días de calor en esa misma ciudad. Con calma y melancolía, he adoptado una actitud ligeramente contemplativa y ligeramente distante, como si el que pasa por donde lo hago no fuera yo.

Supongo que dentro mío se teje bastante, y que mi silencio es un barbecho merecido después de tanta tormenta. Supongo y sólo supongo, porque mi estado es irreal y mi horizonte difuso. Por mientras, me gustaría tomar el té mirando el día pasar por mi balcón.

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