Jugamos como nunca...

corrimos, quitamos, llegamos, tocamos e igual perdimos.

En fin, LQFC jugó un notable partido con un jugador menos, superando los horrendos ripios del partido anterior, en especial en la defensa. Eso sí, la derrota no se pudo evitar, pese a que por largos lapsos parecía que el que tenía una baja era Atlético Chuleta.

El primer gol tardó en llegar, lo que habla de un inicio de partido concentrado y atento. Chuleta sumó defensas al ataque y no se pudo evitar el tanto. Bajo ese mismo expediente llegó el segundo y el tercero.

LQFC, pese al balde de agua fría, se rehizo y no cayó en la desesperación y de a poco comenzó a atacar, sumando a sus defensas al ataque, quienes –a diferencia del partido pasado– siempre volvieron a cubrir la salida del rival. Comenzó una nueva etapa del partido, en la que los quesos se fue arriba, ocasionándose múltiples oportunidades de gol, las que –lamentablemente– fueron marradas una y otra vez.

No obstante el cerco se rompió cuando los dos laterales se juntaron, tras habilitación precisa cruzada al centro del área de Cristóbal Osorelli, Andrés la empalma de primera y a cobrar. Era el 3-1 y LFQC ganó en entusiasmo.

El partido siguió con LQFC atacando, pero las piernas comenzaron a fallar, permitiendo que Chuleta contragolpeara con mayor regularidad. Así llegó el 4-1. Con más garra que fuerza, LQFC no se desanimó, aunque ya intuía que la falta de un jugador haría difícil remontar el resultado. Así llegó el segundo descuento. Cristóbal, quien ya era mediocampista, la aguanta al borde del área, pasa Andrés por el costado izquierdo, pase, línea de fondo, centro preciso al mismo Cristóbal y gol.

Los últimos minutos del partido fueron –para los quesos– simplemente defender. Chuleta, con uno más todo el partido estaba más entero y quería rematar una faena que no creyó tan difícil. Tanto da el cántaro al agua, y cayó el quinto al final: 5- 2.

Uno x uno

LQFC:
Patolín: sólido al arco y de mediocampista administró con sapiencia el balón. Le faltó –como a todo el equipo– precisión en la recta final.

Max: sóldio en el centro de la zaga, aunque a veces sus subidas desarmaban el esquema defensivo. Un aporte que presagia una base defensiva segura y con salida.

Cristóbal Osorelli: habilidoso, fue el más incisivo del equipo, aunque abusó del chimbazo, que nunca llegó al arco. Estuvo en los dos goles.

Andrés: claro por izquierda y batallador, comienza a crecer, aún cuando faltó precisión en algunos pases y despejes.

Gabriel Osorelli: encontró posición en el mediocampo defensivo, quitando y dando pases criteriosos. Eso sí, cuando Chuleta llegaba en superioridad numérica, se desordenó y abandonó marcas.

Tati: Bien, fuerte e incisivo, tuvo el gol en un cabezazo que lamentablemente el travesaño frustró. Luego al arco, atajó y estuvo bien parado.

Chino: penó, porque nunca llegó el desgraciado.

Chuleta:
Renato: el mejo de Chuleta, sino es por su pegajosa (y no muy fragante) marca, otro gallo habría cantado. Anuló a Cristóbal, y por ahí hay una clave del partido.

Pelao: más hábil que antes, su paso por la diplomacia lo tiene más criterioso y atinado, fue un defensa sólido, aunque le costó sumarse al ataque.

Cote: un viejo crá que sabe con los pies, aunque el peso de los años y de laspicolas pasan la cuenta.

Taipín: el mejor ubicado, supo atraer marcas y sumarse al ataque. No fue fácil pasar por su lado.

Horacio: factor por derecha, siempre sirvió para la descarga, aunque estuvo algo flojo en la marca.

Nacho: un motor. Corrió todo el partido, aunque a veces le costó frenar la locomotora, obligó al rival a hacer algo que no hace con habitualidad: correr.

Lucho: se reintegra a la cancha sin haber sido factor determinante, sin embargo, supo sumarse al ataque y distribuyó con calma la pelota con una siniestra que incomoda.