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martes, 30 de octubre de 2007

me cacho

No he estado en búsqueda de palabras ni de ánimo como para hablar. Ha sido el silencio, o apenas el rumor de un auto que corre la avenida.

Ha habido palabras, eso sí, como crujir o crepitar, cosas pequeñas, como la sal que oxida los duros metales de los balnearios.

Adentro y arriba, mientras, fuerzas sin voz libran batallas de tripas y estrellas, mientras espero, en la quinta curva de una culebra que cambia la piel, ver un rayo anunciar un trueno.

Atrás hay una ciudad nocturna que ulula.

Prefiero pensar que el sonido es de un viento que crece al tiempo que lo hacen las alas de mis espaldas (y no plañideras que no lloran pero tampoco acallan).

¿Tronará el cielo? ¿volarán estas alas? (
¿estarán aún esas mis lágrimas?)


Sobre el mar un día lloverá lluvia salada.

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